terça-feira, 18 de junho de 2013


... y cómo fue la charla?






ATENCIÓN A TODOS LOS QUE ESTUVIERON ANOCHE EN EL EVENTO DEL

CURSO DE SECRETARIADO EXECUTIVO TRILINGUE  ULBRA/CANOAS...

A TODOS COMPAÑEROS QUE HICIERON ESTE VIAJE POR AMÉRICA Y SU CULTURA...

COMO HE PROMETIDO... EL CUENTO Y EL TEXTO... DISFRÚTENLOS!!!

Link para texto: "La importancia de la conciencia cultural en los negocios internacionales: Similitudes y diferencias"






Cuento V

Aquella ciudad era definitivamente encantadora, aquellos predios coloridos, pegados el uno al otro, aquellas iglesias tan mágicas, plazas preciosas y aquella increíble cadena de montañas que rodeaba la ciudad con aquel cielo gris y aquel vientecillo helado me hacían perder el aire. Yo estaba en las nubes en aquel lugar que me hacía sentir tan cerca del cielo.

Las personas que yo había conocido ahí también me parecían formar parte del paisaje, pues eran personajes perfectos para mis historias… Una de esas personas era un fotógrafo argentino que de un día al otro decidió dejar todo lo que tenía en Buenos Aires, juntar su cámara y su computadora, añadir a eso todas las ganas y el amor que tenía por la ruta y caer en el mundo viviendo solamente de lo que ganaba vendiendo sus fotos. Él me había ofrecido su trabajo ya unas dos o tres veces, pero yo siempre con tan poco dinero, aún teniendo una pasión por fotos, no había puesto la mano en mi bolsillo todavía. Él se encontraba en el mismo hostal que yo, durante el día salía por las calles a vender fotos y noche sí, noche no, trabajaba en la recepción del hostal en cabio de cama. Una noche, cuando yo ya había ido a dormir escuché ruido de gente cerca de mi cuarto y como no tenía sueño salí a ver quién era.

Pues, para mi sorpresa era un grupo de Hippies que habían venido al hostal para mirar las fotos de mi amigo y yo aprovechando la oportunidad de poder conversar y mirar todas las fotos lindas que retrataban toda América del Sur me puse en la rueda. Me encantó conversar con aquella gente, pero me llamó mucho la atención ver que sus uñas eran enormes y totalmente rellenas de tierra. Pensé conmigo: Deben de plantar su propio alimento. ¡Qué rico eso! Conversamos hasta altas horas y luego ellos se fueron, el fotógrafo volvió a su puesto y yo fui a dormir.

Al día siguiente, paseando por la ciudad estaba yo buscando un lugar para comer, pues ya andaba desde la mañana y ya eran como las cinco de la tarde. Fue cuando, al pasar por una plaza me encontré al grupo de hippies que estuvo anoche en el hostal… Ellos hacían una linda fiesta en la plaza, tocaban guitarras y tambores, cantaban y bailaban alegremente meneando sus coloridas faldas, trenzas y dreads y bien al medio de la plaza había una gran olla montada sobre unas piedras y dentro de la olla se podían ver zanahorias, patatas, arroz y una serie de otras cosas igualmente apetitosas para quien, como yo, tenía hambre. Cuando el chico ese que tocaba me reconoció, me vino a invitar a participar de la fiesta. Yo le pregunté qué era aquella olla y él me lo explicó… Se trataba de una olla popular, todos ponían lo que tenían y al final se hacía una comida con todo aquello y todos comían juntos.

Pues a mí me fascinó totalmente la idea de comer allí, sentados en el suelo… Eso era fantástico, mucho más de lo que yo podría imaginar. Me senté y me puse a disfrutar de aquella canción y alegría, con todos aquellos colores…

Cuando ya estaba casi lista la comida, pasaba por la plaza mi amigo fotógrafo con su pesada carpeta de fotos, volvía cansado después de más un día de trabajo… yo no dudé, levanté la mano y lo llamé. Cuando él me vio en medio a aquella gente, se dirigió a mí apresurado y con una cara un poco seria. Me preguntó qué estaba haciendo ahí y yo le contesté que estaba esperando la comida y lo invité a que se quedara a comer con nosotros. Él dijo que no y que me levantara pues nos íbamos de ahí en este exacto momento.

Llegó entonces para saludarlo el anfitrión de la “olla popular” el mismo de las fotos y de la guitarra y sonriendo también le invitó a que se quedara a comer.

- ¡La olla fue gorda hoy! ¡Hay comida para todos!

Mi amigo le devolvió la sonrisa y le dijo amablemente que no podíamos, pues teníamos una fiesta en el hostal esta noche y que comeríamos allá. Yo no entendía más nada, pero confié en mi amigo.

Al salir de ahí mi amigo me explicó que ellos formaban parte de un grupo que creía que todo debía ser lo más natural posible y que algo que él no podía aceptar es que una de las prácticas de este grupo era limpiarse, después de las necesidades, con las propias manos ya que el uso del papel higiénico iba en contra de sus principios y que así mismo ellos preparaban la comida de la olla popular. Mientras mi amigo me explicaba, me vino a la cabeza la imagen de las uñas y de aquello que yo pensaba ser tierra… ¡Gracias mi amigo! ¡Te lo agradezco hasta hoy!








Quiero decir de mi inmenso gusto de estar con ustedes... Ha sido una noche inolvidable! Muchas Gracias!

Ana Paula Grison
Directora Idiomas Four
F.3031-1777




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